EL CORSÉ DEL SIGLO XXI
- Tu eliges tu vida
- hace 12 minutos
- 4 Min. de lectura

La moda ha sido, es y será un reflejo de la sociedad, sus valores y sus restricciones. ¿Alguna vez has podido disfrutar de un capítulo de Downton Abbey? Para quienes hayan tenido la ocasión, habrán podido comprobar cómo la primera temporada refleja la rigidez contextual (política y socialmente hablando), en prendas tan emblemáticas como el corsé, pieza fundamental que moldea el cuerpo de las mujeres en una silueta artificialmente erguida y controlada, fiel reflejo del conjunto de reglas sociales de la sociedad eduardiana. Sin embargo, con la llegada de la Primera Guerra Mundial, en la segunda temporada, los valores de la época cambiarán: la necesidad de una vida más funcional y activa en las mujeres da paso a vestidos más rectos y materiales más ligeros, dando forma a una mayor autonomía femenina y una transformación social a todas luces motivada por el cambio de rol en la sociedad.
Así como la moda se ha ido liberando de sus ataduras físicas, podríamos pensar que también nos hemos liberado de muchas normas sociales opresivas. Sin embargo, aunque nuestros cuerpos ahora se mueven con más libertad, nuestras mentes parecen estar más encorsetadas que nunca. Nos encontramos ante un panorama, especialmente post-pandemia, en el que prima a nivel estético la versatilidad, la comodidad e incluso la neutralidad de tonos y colores. Sin embargo, a nivel moral y relacional, nos encontramos cada vez con menos espacio para poder respirar. De la misma forma que un corsé ponía el foco en el ideal estético, llegando a limitar la movilidad e incluso la respiración, han aparecido ahora una serie de reglas impuestas de manera inflexible por “no-se-sabe-muy-bien-quién” (si bien nosotros, como “sociedad”, somos algo sospechosos), que restringen nuestra forma de estar en el mundo. Es más, seguro que alguna de ellas te resulta familiar: “si no sintiera vergüenza, podría salir con mis amigas, “sólo cuando pase mi mala racha podré disfrutar y ser feliz” o, “si cumplo una serie de criterios (físicos o de otra índole), seré más querido por los demás”. Todas ellas, con su rigidez, aprietan nuestras emociones y nuestros pensamientos, exigiéndonos sentir solo lo que consideramos ‘adecuado’ y reprimir lo incómodo o inesperado.
Lo cierto es que estas reglas nos están señalando un camino deseado. Un camino en el que encontramos valor. Parece evidente que “estar bien”, “ser feliz” o “ser aceptado por los demás” forma parte del propósito de una gran mayoría de nosotros. Digo mayoría, porque en esta línea de trabajo uno nunca deja de sorprenderse y aprender cosas nuevas. Sin embargo, una cosa es encontrar una dirección valiosa y otra muy distinta es cómo poder llegar hasta ella. Junto a la promesa de poder alcanzar un valor como los comentados antes (bienestar, aceptación o felicidad), se ha incluido una pequeña cláusula que no puede pasar desapercibida: “hay que controlar cómo te sientes para poder alcanzar estos valores”. Y aquí es donde radica la gran paradoja: en nuestro intento por controlar cómo nos sentimos, terminamos atrapados en un corsé invisible que nos impide experimentar plenamente la vida.
Cuando la solución se convierte en problema:
Si nos paramos pensar con más detenimiento, estas reglas o pautas de cómo estar en el mundo, no son frases sin importancia. Esconden una forma de comportarse frente a emociones o pensamientos desagradables. ¿Cómo te comportas cuando aparece la tristeza? ¿Y la frustración? ¿O la ansiedad? Una de las respuestas que más veces he podido escuchar en consulta es la de que hay que intentar eliminar o evitar esas emociones, tal y como nos señala ese “corsé emocional”: “no deberías sentirte así”. Pero, ¿qué alternativa nos queda entonces? Parece que, si no quiero sentirme de una determinada manera, es oportuno tratar de evitar situaciones que puedan generar esa sensación (así, no puedo exponerme a ese malestar). También puede ser interesante buscar una distracción constante, como el móvil, tabaco o comida. Hay hasta quienes tratan de establecer un control absoluto en su experiencia, culpándose de su sentimiento como si fuera una decisión voluntaria. Pero… ¿Acaso nos acerca más a nuestro valor? ¿No se siente como si cada vez tuviéramos menos aire y más cuerdas en nuestro corsé?
¿Cómo aflojar el corsé sin quitarnos el vestido?
Si la solución no es seguir apretando el corsé del control, entonces, ¿cuál es la alternativa? ¿Qué crees que podría pasar si dejamos de luchar contra esas experiencias, y las empezamos a aceptar de la misma forma que hemos hecho con la moda? Frente a esas prendas rígidas y pesadas, hemos abogado por prendas más funcionales y libres. Aplicado al mundo de las reglas verbales, esto podría asemejarse a: En lugar de: “No quiero sentir ansiedad antes de una reunión importante”, podríamos probar: “Puedo sentir ansiedad y, aun así, hacer lo que es importante para mí”. En lugar de: “Si no me siento bien, no podré disfrutar”, podríamos pensar: “Puedo disfrutar, aunque mi estado emocional no sea perfecto”. El objetivo no es eliminar las emociones difíciles, sino aprender a darles espacio sin que nos dicten cada paso. De esta manera, el corsé pierde su rigidez, convirtiéndose en una estructura flexible que nos sostiene sin asfixiarnos. Mostrarnos dispuestos a vivir nuestras emociones no quiere decir que nos rindamos ante ellas. Más bien se asemeja a hacerles un espacio en nuestra vida, sin pelear contra ellas, aceptando que nos pueden acompañar sin necesidad de, por ello, limitar nuestro movimiento.
Aceptar nuestras emociones no significa rendirse ante ellas ni “resignarse”, sino darles un espacio sin que nos limiten. Al final, no se trata de quitarse el corsé, sino de convertirlo en una prenda que nos acompañe, en lugar de aprisionarnos. Cerrando con nuestro símil, sería que lleváramos nosotros el corsé con soltura, sin que él nos tenga que llevar a nosotros apretados.
Y tú, ¿Eres consciente de cómo te relacionas con tus emociones o de qué tan “apretado” llevas el corsé en tu vida?
Recuerda que si no sabes cómo gestionar aquello que te puede hacer sentir “asfixiad@”, pedir ayuda siempre es una opción, y en Tú Eliges Tu Vida contamos con profesionales ampliamente capacitados para acompañarte.
No estás sol@.
Entradas recientes
Ver todo¿También te pasa a ti que con la llegada del curso escolar te vienen preocupaciones? Algunas de las más comunes suelen ser: “¿Qué tal irá...
Comentarios