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Desconecta tu piloto automático


“Cuando desayunas piensas en el trabajo. En el trabajo piensas en la salida. Saliendo, piensas en llegar a casa. Estando en casa, piensas en el día del mañana. Hoy, no has estado presente. Hoy, no has vivido el ahora. Te estás perdiendo de la vida misma…”

Eckhart Tolle

¿Lo que acabas de leer te resulta familiar? ¿Alguna vez te has parado a pensar en la cantidad de tiempo que dedicamos a perdernos en nuestras preocupaciones, en ese “tengo que hacer” y en cómo nuestra mente se pasa divagando la mayor parte del día? Pues bien, esto ocurre porque estamos la mayor parte de nuestro tiempo con el piloto automático activado.

El piloto automático es un sistema que el cerebro emplea para poder liberar espacio, permite economizar el esfuerzo y energía que dedicamos a determinadas acciones que se han ido instaurando en nosotros hasta convertirse en hábitos.

Desde pequeños vamos aprendiendo y automatizando diferentes actividades, como caminar o montar en bicicleta. En la etapa adulta, acciones como conducir pasan a nuestro piloto automático. ¿Te imaginas tener que pensar en cada uno de los pasos y microacciones necesarios para conducir? Sería agotador.

De hecho, si recordamos las primeras clases de conducir seguramente nos venga a la mente el esfuerzo y concentración que requería, incluso cierto dolor de cabeza o tensión muscular cuando te bajabas del coche. Ahora, en cambio, una vez automatizado, al liberar espacio podemos invertir tiempo en disfrutar de las vistas, de una conversación, del recorrido…Por lo tanto, este sistema permite a nuestro cerebro descansar y posibilita que podamos emplear nuestros recursos cognitivos en otro tipo de tareas, en atender al presente.

Ahora bien, ¿en qué invertimos el espacio que nuestro cerebro libera? Esta es la gran pregunta y aquí radica el riesgo que tiene el estar con el piloto automático siempre conectado. Pongamos un ejemplo: vas de camino al trabajo y estás escuchando música. De repente, empieza tu canción preferida y…cuando te decides a disfrutar de ella ya está sonando la siguiente canción…pero ¿qué ha pasado? Pues bien, hemos utilizado el espacio que libera nuestro cerebro para darle vueltas a lo que va a suceder después, a lo que ha pasado antes, a la reunión que tengo dentro de nada, a que llego tarde…estrés, preocupaciones y el sentimiento de vivir a contrarreloj.

Otro ejemplo es el recorrido que hacemos cuando vamos a trabajar, andamos y nos montamos en el metro sin pensar, como si fuéramos un robot. Me meto en el móvil ¿sería capaz de recordar qué noticias he visto?, una vez más voy repasado mí día, pensando en el angustioso “tengo que”, de repente… ¡uy ya es mi parada! y no me he enterado de cómo he llegado, de hecho casi me paso de parada ¿cómo es posible? ¿Recuerdo la persona que iba a mi lado en el metro? ¿Recuerdo algún olor de camino al trabajo? ¿Qué tiendas hay alrededor del trabajo?...

Nos sorprendemos cuando no recordamos bien qué hemos comido, que canción ha sonado, que ropa llevaba puesta, con quién he estado, cuándo ha llegado alguien o algunos puntos de una conversación: “algo me ha dicho…pero no lo recuerdo muy bien”. Puede ser que, en alguna ocasión, te haya ocurrido que alguien te pregunte sobre algo que ya te había contado y pensar: “madre mía, ahora qué digo, si no me acuerdo bien de qué le había pasado…”

Este efecto del piloto automático, también se traslada a las relaciones y conexiones que establecemos con los demás. Párate a pensar en el tiempo que dedicas a tus preocupaciones y el tiempo que dedicas a tus hijos o a valores que consideras importantes. Con nuestras parejas podemos llegar a actuar también en modo “robot”.

¿Cuántas veces estamos presentes físicamente pero nuestra cabeza no? Todo esto puede terminar perjudicando a nuestras relaciones, no las vivimos al 100%. Empieza a tomarte tiempo, a sentir el cariño, las caricias, a mirar a los ojos a esa persona y descubrir cosas de ella como si fuera la primera vez (sin el trabajo, sin el reloj detrás).

Con nuestras emociones ocurre igual, vamos tan ocupados y tan deprisa que no nos permitimos ni un minuto para escuchar nuestro corazón. Es importante comprender que pasarse la vida anticipando hace que no vivas tu presente, que tu día a día pase delante de ti sin apenas darte cuenta.

Por lo tanto, el piloto automático nos puede alejar de vivir plenamente nuestra vida y acaba distanciándonos de cosas importantes para nosotros como nuestros seres queridos o nuestros valores. ¿No sería mejor empezar a entrenarnos en vivir el presente, en atender a lo que hago en el momento y a las sensaciones que me producen las cosas?

Para, respira, observa, pon todos los sentidos en lo que haces, siente.El día te brinda multitud de posibilidades, ¡descúbrelas!

Intenta desconectar tu piloto y cuida aquello que te hace sentir vivo, que es importante para ti. ¿Realmente queremos pasar por la vida como robots?

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